El gobierno de Rajoy juega a
confundir a Europa de la misma manera que confundió a su pueblo: con la boca
cerrada y jugando a ser ambiguo. Sin “mojarse” en nada concreto, ocultando que
ellos solicitaran un “no-rescate”, e intentando nadar contracorriente sin que
ésta, les termine arrojando al dique seco.
Deberíamos pedir a los inquilinos
de la Moncloa
que por favor, vayan expresándose con más claridad. Que no tengan miedo a
llamar a las cosas por su nombre. Que dejen de ocultar la verdad a su pueblo.
Que no acosen a la prensa censurando las noticias. Que dejen de recorrer
ciudades fuera de nuestro País y lleven sus caravanas de información a cada
rincón de ésta gran Nación.
Que no nos vendan la moto de que
están haciendo todo lo posible y hasta lo imposible, por salvarnos de una
crisis provocada por los bancos que ellos mismos protegen para que les sigan
financiando su vida de holgazanes sociales.
Que aprendan a ser
administradores públicos, que no es administrar los dineros ajenos de manera
que no queden beneficios, invirtiendo hasta el último céntimo en asuntos
privados como puede ser, llenar sus propios bolsillos o, derivando lo que algunos
de sus jueces llaman “calderilla” a sus no censurados “vicios”.
Que no olviden que los pilares
que sujetan una gran Nación no son otros que Educación, Sanidad, Libertad de
Prensa y Protección del Empleo –que no desempleo-.
Pero todos nuestros gobernantes de
las últimas 7 legislaturas, olvidaron a su Pueblo. Lo vendieron por cuatro
monedas de oro a los grandes banqueros, y a cambio de su momentáneo brillo, se convirtieron en marionetas movidas
por finos hilos de tiburones europeos…
No es solo la hora de indignarnos
en la Puerta
del Sol, tal vez deberíamos trasladar el campamento al palacio de la Moncloa, y hacer nuestro
ruido allí, desde donde nos puedan oír en cualquier confín, sobre todo cuando
es un lugar pagado por los contribuyentes para que piensen nuestros “honorables”
políticos como hacer el bien para el País. Pero ellos, no paran de viajar, para
hablar y comentar/ocultar, en ciudades ajenas a nuestra crisis nacional.