lunes, 31 de marzo de 2014

GRITO DE MUJER 1/4




El pasado 28 de marzo, fuí invitada a participar en el Festival Internacional de Poesía Grito de Mujer; organizado por nuestra querida amiga Ascensión García (Aris). Asistí a dejar mi grito por todas las mujeres del mundo que necesitan del apoyo de otras mujeres y hombres, para salir del bucle que anula su dignidad, sus axiomas, sus dogmas de mujer.

Junto con un texto propio para leer y otros dos que me fueron encargados por la organizadora del evento, llevaba este discurso que no pudo ser oído, porque se me quedó perdido entre las filas de butacas del Salón de Actos de la Casa Cultural de Cehegin, Murcia.

Tuve por tanto, que improvisar, quedándose muchas palabras sin decir. Comienzo a informaros sobre este Festival que se viene celebrando por 37 países a lo largo del mes de marzo, en conmemoración con el día de la mujer. Y comienzo por donde debí haberlo hecho el viernes pasado: por dejaros mis gritos de apoyo a todas las mujeres del mundo.

Quiero agradecer a nuestra amiga Chón (  ARIS  ), que haya organizado un evento como este. Porque todas y todos, necesitamos que siga oyendo la voz de la mujer en todos los rincones del planeta. Porque solo las mujeres podemos salvar a otras mujeres de la ignorancia social que elimina su autoestima, su dignidad. Consiguiendo con ello que sean mujeres dóciles, fáciles de manejar, sumisas incluso, al hombre que se exalta como protector y mantenedor de ellas.

En la sociedad occidental, las mujeres hemos  avanzado mucho camino por medio de la lucha colectiva de mujeres valientes que fueron capaces de hacer oír su voz en los mismos decibelios que la de los hombres. Gracias a ellas, hoy hemos dejado de ser un útero fecundable y ocupamos puestos de responsabilidad que antes, solo sujetaban culos masculinos.

Sin embargo, aún queda mucho camino por construir; aún no hemos conseguido trabajar en igualdad de condiciones que los hombres; aún seguimos soportando discursos despectivos y machistas, no solo de los hombres, sino también, y esto es lo más lamentable, de otras mujeres que apoyan ése patriarcado social en el que vivimos. Porque el opresor no tendría poder sin el apoyo de los oprimidos que eligen ser ciegos, de los oprimidos que eligen ser sordos, de los oprimidos emocionalmente dependientes del opresor. Y aquí, precisamente en éste último ítem, el de la dependencia emocional, es donde aún, encontramos a muchas mujeres occidentales bajo el yugo de la violencia machista de sus hombres.

Omvres sin “h” y con “v”, que no merecen ni siquiera, el amparo de una honrada, fuerte, orgullosa palabra castellana correctamente escrita. Omvres que se vanaglorian del poder que ejercen sobre sus mujeres para que los resguarden, los cuiden, los defiendan públicamente y callen en silencio golpes tras golpes de una oscura y horrorosa intimidad. Algunos de ellos hasta convencidos están, de que son dueños absolutos de las vidas de ellas.

SI. Aún hay mucho que gritar en el mundo occidental contra el patriarcado social que pretende ampararnos con leyes que coaccionan nuestros derechos a decidir sobre nuestros cuerpos, nuestros trabajos, nuestra forma de vida. Aún hay muchas batallas que luchar contra el patriarcado social que pretende ampararnos por medio del adoctrinamiento machista y sexista.

Y mucho, muchísimo por hacer en otros mundos menos agraciados, con muchos menos derechos y leyes que las nuestras. Mundos donde la mujer es una mera madre de hijos, hijos que si son niños, alguna vez serán hombres que las ignores y, si son niñas, las educarán para seguir su rol.

A ellas, por todas ellas, las mujeres que vivimos al amparo de la seguridad que nos hemos ganado con un trabajo que nos dignifica; una familia que nos respetan y quieren;  unos hombres que nos aman y acompañan; unas amigas que nos cuidan y empujan; NOSOTRAS, las seguras, las libres…tenemos que levantar la voz más fuerte, para que ellas nos oigan y sepan que no están solas, que juntas, podemos hacernos oír y si es preciso, no dejar de gritar.

Asunción Caballero 
(28-marzo-2014)


domingo, 2 de marzo de 2014

Vagones de madera




La vida viaja en vagones de madera.

A veces henchidos por la humedad
que corroe las vertebras artríticas.
Realiza su viaje sin detenerse
sin pensar...



La vida deja de serlo 
cuando el vagón se detiene 
en la última estación. 
Astillado por el viaje, 
en la despedida, 
sin temor.
Mascab
27-Diciembre-2013