El pasado 28 de marzo, fuí invitada a participar en el Festival Internacional de Poesía Grito de Mujer; organizado por nuestra querida amiga Ascensión García (Aris). Asistí a dejar mi grito por todas las mujeres del mundo que necesitan del apoyo de otras mujeres y hombres, para salir del bucle que anula su dignidad, sus axiomas, sus dogmas de mujer.
Junto con un texto propio para leer y otros dos que me fueron encargados por la organizadora del evento, llevaba este discurso que no pudo ser oído, porque se me quedó perdido entre las filas de butacas del Salón de Actos de la Casa Cultural de Cehegin, Murcia.
Tuve por tanto, que improvisar, quedándose muchas palabras sin decir. Comienzo a informaros sobre este Festival que se viene celebrando por 37 países a lo largo del mes de marzo, en conmemoración con el día de la mujer. Y comienzo por donde debí haberlo hecho el viernes pasado: por dejaros mis gritos de apoyo a todas las mujeres del mundo.
Quiero agradecer a nuestra amiga
Chón ( ARIS ), que haya organizado un
evento como este. Porque todas y todos, necesitamos que siga oyendo la voz de
la mujer en todos los rincones del planeta. Porque solo las mujeres podemos
salvar a otras mujeres de la ignorancia social que elimina su autoestima, su
dignidad. Consiguiendo con ello que sean mujeres dóciles, fáciles de manejar,
sumisas incluso, al hombre que se exalta como protector y mantenedor de ellas.
En la sociedad occidental, las
mujeres hemos avanzado mucho camino por
medio de la lucha colectiva de mujeres valientes que fueron capaces de hacer
oír su voz en los mismos decibelios que la de los hombres. Gracias a ellas, hoy
hemos dejado de ser un útero fecundable y ocupamos puestos de responsabilidad
que antes, solo sujetaban culos masculinos.
Sin embargo, aún queda mucho
camino por construir; aún no hemos conseguido trabajar en igualdad de
condiciones que los hombres; aún seguimos soportando discursos despectivos y
machistas, no solo de los hombres, sino también, y esto es lo más lamentable,
de otras mujeres que apoyan ése patriarcado social en el que vivimos. Porque el
opresor no tendría poder sin el apoyo de los oprimidos que eligen ser ciegos,
de los oprimidos que eligen ser sordos, de los oprimidos emocionalmente
dependientes del opresor. Y aquí, precisamente en éste último ítem, el de la
dependencia emocional, es donde aún, encontramos a muchas mujeres occidentales
bajo el yugo de la violencia machista de sus hombres.
Omvres sin “h” y con “v”,
que no merecen ni siquiera, el amparo de una honrada, fuerte, orgullosa palabra
castellana correctamente escrita. Omvres que se vanaglorian del poder que
ejercen sobre sus mujeres para que los resguarden, los cuiden, los defiendan
públicamente y callen en silencio golpes tras golpes de una oscura y horrorosa
intimidad. Algunos de ellos hasta convencidos están, de que son dueños
absolutos de las vidas de ellas.
SI. Aún hay mucho que gritar en
el mundo occidental contra el patriarcado social que pretende ampararnos con
leyes que coaccionan nuestros derechos a decidir sobre nuestros cuerpos,
nuestros trabajos, nuestra forma de vida. Aún hay muchas batallas que luchar
contra el patriarcado social que pretende ampararnos por medio del
adoctrinamiento machista y sexista.
Y mucho, muchísimo por hacer en
otros mundos menos agraciados, con muchos menos derechos y leyes que las
nuestras. Mundos donde la mujer es una mera madre de hijos, hijos que si son
niños, alguna vez serán hombres que las ignores y, si son niñas, las educarán
para seguir su rol.
A ellas, por todas ellas, las
mujeres que vivimos al amparo de la seguridad que nos hemos ganado con un
trabajo que nos dignifica; una familia que nos respetan y quieren; unos hombres que nos aman y acompañan; unas
amigas que nos cuidan y empujan; NOSOTRAS, las seguras, las libres…tenemos que
levantar la voz más fuerte, para que ellas nos oigan y sepan que no están
solas, que juntas, podemos hacernos oír y si es preciso, no dejar de gritar.
Asunción Caballero
(28-marzo-2014)