Como ésta semana a caballo entre Febrero y Marzo he decidido que sea mi semana reivindicativa, quiero dejaros hoy el testimonio de una persona que recuerda aquellos días en que España se movía al ritmo de las manifestaciones y los gritos de libertad.
Fue una época en la que luchábamos por aquellos derechos que durante demasiados años, se quedaron dormidos en el lecho de la historia. Un lecho que no fue cómodo, pues conllevó que muchos se fueran para siempre empuñando un fusil que en la mayoría de los casos no sabía ni como usar. Otros, emigraron hacia otra guerra que sin ser la nuestra, también era la de todos. Y los menos, se quedaron escondidos para seguir luchando bajo personalidades inventadas y nombres falsos. Los más conocidos de ellos, compartían vivienda a etapas, entre el hogar familiar y "la modelo de Carabanchel".
Con las llaves que disponía la democracia, fuimos abriendo puertas a golpes de manifestación donde las negociaciones se estancaban, con empuje, con ganas. Éramos jóvenes, habíamos oído historias de una guerra contada por nuestros abuelos. Algunos, tenían padres o hermanos mayores que en la clandestinidad existían una vida, para que sus hijos y sus nietos, la vivieran de verdad.
A otros, algo más mayores que nosotros, justo la generación anterior, les pillaron estos cambios, estos movimientos centrífugos, criando hijos, decorando un hogar, formando una familia y comenzando a trabajar...Solo a veces salieron a la calle, tenían una familia que salvaguardar y los miedos quizás, evitaron que se unieran a los manifestantes como pese a nuestros padres y sus propios miedos, lo hicimos los más jóvenes, a quienes nos guiaban los sindicatos, pues en aquél entonces, eran más conocidos entre "el mundo obrero" o el mundo estudiantil, que los propios partidos que acababan de regresar del exilio.
Entre ellos, en ésa generación anterior a la mía, está la más joven de mis tías, la que es para mí una hermana mayor, quien un día, una vez, por aquél entonces, me dijo algo que hoy recuerdo así: "lucha tú, toma las riendas de tu vida, no dejes que nadie decida por tí. No cumplas años pensando que eres la generación perdida. Tu generación es la que debe empujar. No hagáis como la nuestra, que ni hicimos la guerra, ni hicimos el amor...(palabras textuales que le he oído miles de veces); hazlo todo si es preciso, pero no dejes nunca de hacer lo que a tu generación le corresponda".
Entre ellos, quizás, estaban también muchos y muchas de quienes hoy me leéis...mujeres y madres, hombres y padres jóvenes también, que sin dejar de preocuparos por lo que estaba sucediendo en vuestro/nuestro País, ayudásteis a vuestro modo, desde la retaguardia, pero orgullosos de nosotros y en el fondo, deseando también estar allí.
Y a vuestro modo, observastéis las manifestaciones... interpretásteis los conceptos y anotásteis en un papel todos los sentimientos que os salían a flor de piel...
MANIFESTACIÓN EN MI BARRIO
Iban
hombres, mujeres y niños,
Llevaban pancartas,
portaban banderas.
Eran
hombres, mujeres y niños,
familias enteras,
millares de
gritos
que piden
trabajo y aterran.
Pasó, en una
noche cualquiera
por un
barrio pobre
allá, a
las afueras.
La gente
los mira…
¿qué
piden? Preguntan,
Y ahora…¿por
qué protestan?
¡Qué
multitud!
¿Qué
atascos esperan!
Eran
hombres, familias enteras,
que buscan
trabajo
y que no
lo encuentran.
Al día
siguiente
algún diario
loco
sin mucha
importancia
quizás,
nos lo cuenta.
No más
comentarios
ni en
televisión siquiera,
pues no
iban los jefes
¿por qué
dar más vueltas?
si sólo
eran hombres
de un
pobre barrio
de allá, a
las afueras,
que piden
trabajo,
que gritan
y aterran…
Chelo de
la Torre
Madrid, 22 Enero de 1979