Convocatoria de relato juevero propuesto por Myriam en su blogo "De amores y relaciones", Myriam nos ha dado 10 opciones para comenzar nuestro texto y yo he elegido la número 5 y con ella nos vamos a Paris:
"Empezaba a oscurecer ya cuando crucé/cruzó el puente de Iéna para trasladarme/se a la Rive Droite"
Notas:
* El puente de Jena, en francés Pont d´léma, une el distrito VII con el XVI. Este puente es Patrimonio de la humanidad desde 1999. Cuando lo mandó construir Napoleón en 1806, se le quiso llamar "Puente de la escuela militar", por estar justo frente a esta escuela o, puente del Campo de Marte y finalmente se le llamó Puente de Jena en recuerdo a la batalla del mismo nombre librada en 1806 entre el ejercito napoleónico y el prusiano, resultando ganador el ejercito de Napoleón.
*La expresión francesa "Rive droite", que en castellano significa "margen derecha", designa la mitad norte de Paris, con respecto al curso del río Sena.
Empezaba a oscurecer ya, cuando crucé el puente de Jena para trasladarme a la Rive Droite. Me apetecía un paseo por las calles del Marais ese margen derecho del Sena e intentar entrar, si aún estaba a tiempo, en el Museo Carnavalett.
Mis pasos eran lentos y mi mirada buscaba extasiarse con la belleza de aquella puesta de sol sobre el río. El día había sido frío y la noche esperaba con su hielo sobre Paris, pero en ese instante, la luz natural ponía tintes mágicos sobre el agua y los edificios.
Una joven se aproximaba en dirección contraria. Su ambivalencia al caminar me puso en sobre aviso y unos pasos antes de cruzarnos, la joven cayó desmayada sobre el asfalto. Me acerqué a ella intentando ayudarla y al sujetar sus hombros, levantándolos del frio asfalto, me dijo:
- Gracias, no sé qué me ha sucedido.
- No te preocupes, lo importante ahora, es que te recuperes. Me llamó Ana -le dije.
- Mi nombre es Chloé -me respondió levantándose del suelo haciendo fuerza sobre mis manos.
- ¿Estás mejor? ¿Crees que podrás continuar sola? Si quieres, puedo acompañarte porque no tengo nada importante que hacer. Iba simplemente a pasear y me da igual una dirección que otra.
- Estaría genial, mi intención era ver la puesta de sol desde la última plataforma de la Torre Eiffel -me respondió-
- Me parece una idea genial.
Así fue cómo nos conocimos y subimos a la torre juntas. Durante el trayecto, me fue contando cosas simples de su vida: que estaba en Paris con una beca de estudios, que era originaria de una pequeña localidad bañada por el Loira, llamada Angers, y que aún no había hecho muchos amigos en la gran ciudad.
Yo le conté que vivía en Paris desde hace años, que trabajaba en la ciudad y que me gustaba pasear sola.
Cuando llegamos a lo más alto de la torre, ya casi era de noche y tan solo algunos turistas permanecían en la plataforma a pesar del frío. Observamos Paris, hablamos de la ciudad y de su historia, de lo mucho que atrae sobre todo, a la gente más joven. Sus palabras, su voz, denotaban tristeza y yo lo achaqué a esa desazón casi adolescente de muchos jóvenes de hoy día que no saben cómo gestionar sus emociones y cómo lidiar con sus propias vidas. Algo me hizo sentir ternura por aquella muchacha que parecía necesitar un abrazo. Sin pensármelo mucho, la estreché contra mi pecho y ella, curiosamente, se abrazó a mi cintura. Estábamos arrinconadas contra el hierro que comenzaba a helarse y los últimos turistas tomaban la decisión de abandonar el monumento y abrigarse ante un café en cualquier con una buena charla, quizá en el café de la Páix, imaginando escuchar a Oscar Wilde.
- No temas, sea lo que sea lo que te esté sucediendo, puedes confiar en mí -le dije.
Pero algo en ese momento en el que ya estábamos solas en la plataforma, interrumpió mis palabras y me heló la sangre dejándome muda mientras nuestro abrazo se deshacía y la muchacha extraía un cuchillo de su pecho a la vez que un borbotón de sangre salpicaba mi rostro...
Tres horas después, su cadáver era levantado por el juez dentro de una bolsa de rudo plástico y a mí me obligaban a ir a comisaria para aclarar algunas cosas, que yo nunca me habría atrevido a imaginar.
Esta vez, me fue imposible limitarme a las 350 palabras.
Me alegro que no te hayas limitado a las 350 palabras.
ResponderEliminarHay muchas formas de escribir y la tuya me ha cautivado.
He visto a la chica, a ti, el entorno y he podido imaginar la situación.
Un placer leerte.
El final ha sido sorprendente, ver como enfrente tuya una persona se quita la vida.
ResponderEliminarNos has ido metiendo en escena y lo has conseguido. Gracias por toda la información que nos has dejado. Un abrazo y feliz noche.
Mascab, impresionante cómo termina una historia,que tenía tintes de una hermosa amistad. Asi es la vida a veces, pura sorpresa, que nos deja sin respiración.
ResponderEliminarMi felicitación y mi abrazo entrañable por tu amena historia e intrigante final.
Un encuentro íntimo y misterioso que deriva hacía una conclusión fatal muy difícil de explicarle al juez! Saludos jueveros 😃
ResponderEliminarHemos disfrutado mucho ese no extralimitarte, a mi me ha gustado mucho tu misterioso relato y su ambientación.
ResponderEliminarPor cierto, creo que hay una errata: es "desmayarse", con Y.
Besitos.
Pobre chica. Lo narras muy bien. Ese puenete es realmente bonito, y ayudar a quien lo necesita lo da mayor importancia.
ResponderEliminarPor los suicidios que nunca supimos detener. Un abrazo
Madre mía, qué bien lo has narrado. Impresionante. Me ha encantado la forma en que nos has ido llevando y ese desenlace que te deja con la respiración contenida. Enhorabuena.
ResponderEliminarBesos :D
Wow! Magnífico cierre. Un inesperado y sublime final, amiga.
ResponderEliminarUn muy buen relato que mantiene la intriga, hasta el impactante desenlace.
Un placer tu participación, Mascab. Me ha encantado.
Abrazo grande 💙
Me ha impresionado ese final que le has dado a tu relato, me encanta ese aire intrigante.
ResponderEliminarBesos.
Excelente ambientación y ritmo narrativo. Cuando te leí me imaginaba a una joven suicida -que bueno que encontró compañía en esas horas aciagas- pero nunca imaginé que terminaría clavándose y desenclavándose un cuchillo del pecho. Pobre Ana, en la comisaría, habría muchas cosas que explicar...
ResponderEliminarMil gracias por haberte sumado a mi convocatoria. Un abrazo grande, Mascab
Si hubiesen sido mil palabras.... como no habría podido llegar al final? Sólo me gustó... Yo también le habría ofrecido mis brazos...
ResponderEliminarY al contarlo habrá ocupado mil palabras más... la soledad es mala consejera y la peor de las compañiias
Me gusta que hayamos elegido la misma frase :-) Dicho esto, decirte que tu texto es estupendo, con ese cierre y todo el ritmo que has llevado en la narración. A veces, no debemos vernos limitados por el número de palabras.
ResponderEliminarUn beso enorme.
Esto va a ser dificil de explicar en la comisaria. ¿Un suicidio con un puñsl en el pecho? Le ha hecho un flaco favor
ResponderEliminara quien ñe ofrecio compañia en momentos aciagos.
Sorprendente final
Abrazoo
Ningún estado, sociedad, legislación o religión apoya el suicidio. Pero existe, está ahí. No se habla de él sin embargo 3.941 personas perdieron así la vida sólo en España. más que cualquier otra estadística de causas incluída accidentes de coches.
ResponderEliminarTu personaje tuvo la "gran suerte" de tener alguien cerca en su último aliento. Buen trabajo. Un abrazo
Me quedo alucinada con el final, se supone que ganó unas horas de vida con el puñal clavado? Magistral relato, besos.
ResponderEliminarY yo por ahí embelesada en el lugar, en los pasos de tu prosa que nos llevan tan acompasados a la situación y al momento del día, embelesada la ilustración y ¡zas! menudo final. Muy bueno.
ResponderEliminarUn abrazo grande.
Que horrendo. Y triste, al menos paso un buen rato antes de morir con alguien bueno.
ResponderEliminarQue triste que esa chica haya terminado con su vida, habiendo conocido a la narradora.
ResponderEliminarUn abrazo.
Lr has dado un vuelco a la historia que me ha dejado fría, creí que sería una bonita historia de amistad o de amor , pero nunca , tu final.
ResponderEliminarMe gustan esos finales inesperados.
Un abrazo.
Impresionante, imposible imaginarse semejante final.
ResponderEliminarBesos