domingo, 7 de enero de 2018

Ocho de enero

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Ha nevado esta noche sobre el gris de las luces
como broche final de fiestas.
Hemos amanecido juntos,
sentí tus ojos perderse en mis párpados,
quise rozar tu vientre con mi pecho.
Así, abrazados,
comenzamos la historia del nuevo año.
Aún, no sabemos qué concederán los meses
en su transcurrir por las estaciones.
Yo solo sé, hacer planes,
y a veces, los proyectos se suicidan
colgándose en las cuerdas del reloj,
que insiste zarandeándo su péndulo
sobre la pared del recibidor.
Tic-tac, tic-tac,
sesenta segundos, una hora.
Hoy no hago planes.
Hoy solo quiero,
saborear tu piel en nuestra cama
y sentir la nieve besando nuestros cristales.
No tenemos chimenea, a la que echar un tronco,
tampoco necesitamos calor de otra lumbre.
Quedémonos así,
abrazados los cuerpos,
no hay prisa. Hoy no tengamos prisa.
Los adornos de Navidad
ya están guardados en sus cajas,

a la espera de otro fin de año.