Hace unos meses, la poeta gallega, Yolanda López, escribió esta preciosa reseña de la última entrega de la trilogía "La liturgia del agua", concretamente, del vol. II "Algas milenarias".
La reseña fue publicada en el blog de lecturas Leo y Comento y, ahora, os la traigo aquí al completo.
ALGAS MILENARIAS: Contorneándome en la raíz de la vida
Las algas como
atrapamiento, las algas como desgarro hacia el océano. El océano, ese líquido salado que nos purifica, ese abismo sensorial, como los versos de esta autora
litúrgica, que se lanza eterna, azul, desde el armario de la inocencia hacia las cenizas de la noche profunda, donde Esther la espera desnudando su alma, natural, milenaria, compartiendo con ella el amor fraternal entre llaves mágicas, siderales:
“Reniego de las alabanzas / echo los cerrojos a mis orejas / y lanzo /la llave / al sol”. La gran estrella las ilumina en los márgenes literarios incandescentes.
Mascab bebe del aire lunas ardientes, entrega su cuerpo al foso. Su mente es burbuja incansable buscando la niñez, buceando hacia su hermana inmortal, y cuando entra en los cajones es Navidad, e inagotable abre sus versos como agua intermitente. No hay verano que agote sus pasos, “estampas de colores / de otra yo que sonríe / y no me reconozco”, y ella enloquece con sus ojos agua-fuente, y en ella se refleja la sombra de Esther, la sombra de la mujer luchadora, de esa escultura que asciende atalaya hacia un cielo besando amor.
Ocho horas venideras. Llega el sol tempranero. Se funde el fuego entre mis dedos: “ y el amanecer me regala / sol de hielo (…) / bajo mis pies”. Asun pisa sobre el asfalto melancólico, atraviesa susurros urbanos que gritan silencios “donde comen a diario los sin techo”. Y entre las aceras brota Esther batallando guerras imposibles, abriendo cerraduras con la llave maestra en el cuadrilátero de la vida. Su hermana navega perenne “yo espero el momento de echar / mi barca / a su mar”. Agarradas de la mano se alzan intrépidas, mujeres volcán, mujeres cañón.
Mascab araña “la piel del tiempo”, sujeta fuerte la flecha del segundero del reloj hasta el pálpito corpulento. Ella se enreda como alga bajo la sal oceánica, se enreda en el espejo de su alma, súbita, hasta que el mar se vuelve incendio, hasta convertirse en ceniza: “entonces / seremos polvo / polvo prendido bajo agua”. Pero Niké resurge como seda translúcida, “en la exuberancia de plumas”, “como aquella mujer / que para todos fuiste”. Y ya las gaviotas y los peces conocen su nombre innombrable, y las grietas de las rocas se abren hacia la diosa negra.
Olas contra marea, silencio contra vientre, enjambre cubriendo tus párpados de abeja reina. Mi llanto cubre tu piel-espuma, “las cenizas/ las algas/ la arena/ y TÚ”. Por eso confiesas tu amor profundo tragando arena y lágrimas sinceras: “quiero derramarme contigo/ bajo la luz del mar”. Piensas en tu hermana cálidamente en la frialdad de las conchas, latiendo como un cangrejo en su guarida abierta, deseando “tragarme las hormigas de tu boca” omnipresente. Recuerdas la risa de los niños que calmaron tu llanto mientras atravesaban prados de ilusión efímera, así como “los mapas de barro y sangre” por los que ellos gritaban de dolor, escalando por “la grieta de tu garganta”. Los meces en la cuna, salvadora, mientras las bombas revientan guerra, ruido, injusticia, grutas de odio que tú esquivas con estrofas misericordiosas “tatuando la piel del discurso / con el roce de la lengua”.
Entras en la sombra de Emily Dickinson atravesando cuevas de insomnio y lazos de sangre, lagos enmascarados que velan silvando. Sales como escama enérgica y tu calma se disuelve impoluta. Te sumerges, flotas, nadas…Y te preguntas “¿Quien soy yo?”…esa sirena Safo que no se cansa de la vida, esa ballena murmuradora de versos oníricos, esa niña valiente boxeando latidos Estherianos, esa amiga que come luciérnagas luminosas hasta pronunciar “porque al fin sabré /quién soy yo”.
#Yolanda López
Poeta, artista plástica y fotógrafa.
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