Una vez más, como casi cada día, el maltrato llama a mi puerta para hacerme reaccionar. Y no es que no lo haga cada vez que oigo sobre ello. Pero es tan habitual en nuestra corrompida sociedad de doble moral, que hablar de ello todos los días consigue que para algunos de nosotros, llueva sobre mojado.
Por éso hablo de ello cuando la indignidad me sale hasta por las orejas. Como ha sucedido hoy. No porque este maltrato sea más violento que otros muchos. Pero sí porque al no emplear la violencia física, al ser sutilmente escondida en palabras que como dardos buscan los corazones de las víctimas pero pasando antes por el cerebro dañado ya, a base de tanta filibustería empleada y que con cada flecha que recibe las neuronas se desconectan emitiendo corto-circuitos que hacen desear un "que se acabe la vida ya, porque yo no puedo continuar".
Si. Hablo del maltrato psicológico. De ése daño causado a las víctimas por un sátiro de dos cabezas de cuernos retorcidos y siete rabos. Todas las veces que quiere obtener aquello que su egocentrísmo necesita para alimentar su soberbia, el manipulador, muestra las patitas de tierno corderito bajo las puertas, ocultando al lobo humano (mucho más sanguinario que el lobo de las estepas), que ansía clavar su mandíbula en el cuello de quien inocente, cree que no recibirá de él ningún mal.
La víctima, pese a ser engañada una y mil veces, siempre vuelve a caer en la trampa del cazador, que es tan hábil en sus maniobras porque ha estudiado bien a la presa, sabe cómo ha de tratarla, qué tono de su voz la hace obedecer a sus ordenes, qué mirada es capaz de derretir su corazón...
Y así, puedes descubrir un día que un maltratador de éste tipo tan asquerosamente repugnante, es tu vecino de planta; tu jefe; la persona que espera cada día contigo al autobús y que siempre te da unos buenos días envueltos en cálidas sonrisas; tu compañera de mesa en el trabajo...incluso puedes llegar a descubrirlo en alguien más cercano, alguien que ha ocupado más de 20 años un espacio en tu familia. Alguien que se había ganado tu respeto y hasta tu cariño. Alguien en cuyas manos un día depositaste tu tesoro más querido; la persona que te había demostrado (aunque sólo fuera una impustura ocasional), su amistad y su cariño...
Si, descubrir a un maltratador de éste tipo, es lo que hoy me ha indignado. No porque hoy se haya caído el velo que difuminaba su maldad, este ya se había ido deshilachando durante los dos últimos años, sino porque hoy he comprendido, que pese a mi esfuerzo para ayudar a la víctima a graduar su visión, después de un tiempo de luto por una separación, tras un divorcio beneficioso en sobremanera para el maltratador, sigue recibiendo este tipo de daño emocional que le hace sufrir hasta paralizar sus músculos por el miedo estrujando siempre su roto corazón. Pero sin capacidad de reaccionar. Incluso cuando le estás ofreciendo apoyo.
...Lo peor, es escuchar al maltratado decir del lobo: "si no es mala persona. yo creo que algo le ha sucedido y ha perdido el juicio. Pero no lo hace con maldad."
Éso y que no quiera, caiga quien caiga, y pese a quien pese...DENUNCIAR.
Y aquí estoy. Tragándome la rabia una vez más, sujetando mis pies para que no me lleven a la comisaria policial. Y rezando a todos los dioses para que nunca me tenga que arrepentir, de no obrar como me dicta el corazón...consintiendo que la presa me convenza de que todo ya, estará mejor.
Cualquier día, el menos esperado...actuaré con libertad y utilizaré el peso que la Ley nos quiera dar.