Hojas del árbol caídas...
Es el susurro del viento
es el murmullo del agua,
no es su voz, no es el sonido
melancólico del arpa.
Son ilusiones que fueron:
Recuerdos ¡ay! que te engañan,
sombras del bien que pasó...
Ya te olvidó el que tú amas.
Esa noche y esa luna
las mismas son que miraran
indiferente tu dicha,
cual ora ven tu desgracia.
¡Ah! llora sí, ¡pobre Elvira!
¡triste amante abandonada!
Esas hojas de esas flores
que distraida tú arrancas,
¿sabes a dónde, infeliz,
el viento las arrebata?
Donde fueron tus amores,
tu ilusión y tu esperanza;
deshojadas y marchitas,
¡pobres flores de tu alma!
Blanca nube de la aurora,
teñida de ópalo y grana,
naciente luz te colora
refulgente precursora
de la cándida mañana.
Mas ¡ay! que se disipó,
tu pureza virginal
tu encanto el aire llevó
cual la aventura ideal
que el amor te prometió.
Hojas del árbol caidas
juguetes del viento son:
Las ilusiones perdidas
son hojas desprendidas
del árbol del corazón.
¡El corazón sin amor!
triste páramo cubierto
con la lava del dolor,
oscuro inmenso desierto,
¡donde no nace una flor!
Distante un bosque sombrío
el sol cayendo en el mar,
en la playa un aduar
y a lo lejos un navío,
viento en popa navegar,
óptico vidrio presenta
en fantástica ilusión,
y al ojo encantado ostenta
gratas visiones, que aumentan
rica la imaginación.
Extracto de "El estudiante de Salamanca"
José Espronceda
Nació en un pueblo extremeño de
la provincia de Badajóz, allá por el 1808. Hijo de militar, estudió en el colegio
madrileño de San Mateo. Con quince años,
formó con unos amigos una sociedad secreta llamada “los Numantinos” para vengar
la muerte de Rafael de Riego (Militar liberal y activista defensor de la
Constitución de 1812 que fue condenado por traición a la monarquía y muerto en
el patíbulo situado en la Plaza de la Cebada de Madrid el 7 de noviembre de
1823). En éste mismo año 1823, Espronceda funda con otros compañeros la “Academia
de Mirto”, en la que pretendía continuar con la enseñanza clausurada del
colegio libre de San Mateo. En 1825 es denunciado por sus actividades
intelectuales y encerrado en un Monasterio de Guadalajara de donde salió cinco
años después para viajar a varios países y exiliarse finalmente en Lisboa.
Allí conoce a Teresa Mancha, quien
es obligada por su padre a contraer matrimonio con otro hombre. Casada ya, un
tiempo después vuelven a encontrarse los enamorados y Teresa, termina abandonando a su esposo por el correspondido
enamoramiento hacia José Espronceda. Con quien regresa a España gracias a la
amnistía tras la muerte de Fernándo VII en 1833. Sin embargo, Teresa terminaría
abandonando a Espronceda para morir poco después.
Tras estos hechos, Espronceda
volcó su vida a la política y el periodismo, hacia 1841 es elegido diputado progresista
por Almería. También con el Partido de los Progresista, es elegido
parlamentario a Las Cortes Generales en 1842.
Su afición literaria –síntesis del
romanticismo-, va paralela a su gusto por la política. Sus poemas refieren
temas constantes que van desde la injusticia social a la defensa de la
libertad, desde el individualismo a la rebeldía y desde las ilusiones del amor
ideal a los misterios de la muerte plena.
José Espronceda es considerado el
primer gran poeta español de la época moderna. Sus versos hoy cobran
importancia ante tanta injusticia social que de nuevo vivimos con la pérdida de
nuestros derechos laborales y el daño, temo que irreversible, a nuestros
derechos fundamentales.
Hoy quiero rendir un homenaje a
éste hombre rebelde y luchador, con unos versos de su obra "El estudiante de Salamanca" acorde a los tiempos que corren y los políticos que intentan "recortarnos" también las ilusiones... ¡como si de un amante que nos repudiara fueren!....
Mascab
jejeje me gustó comenzar el día leyendo en la madrugada estos versos de Espronceda. Los clásicos nunca fallan..
ResponderEliminarbesos,
La verdad es que Espronceda ha sido uno de mis poetas favoritos de siempre. Creo que desde que leí "La canción del pirata" me quedé enganchado y te estoy hablando de cuando era un mocoso. Aún hoy me la se enterita y no deja de gustarme por mucho que la recuerdo.
ResponderEliminarComo dice la comentarista anterior, es un placer empezar un viernes con unos buenos versos. Y unos buenos besos que te mando.
Me parece que es el tercer poema que leo esta mañana, después de este tendré que hacer un descanso, la poesía hay que saborearla y por lo tanto dosificarla.
ResponderEliminarUn clásico que siempre estará ahí aunque ahora mismo lo que tengo entre manos es la genaración del 50 y uno de sus principales representates, Ángel González.
Un abrazo y buen fin de semana.
Espronceda es uno de los buenos y escasos ejemplos del romanticismo español, y a los clásicos siempre hay que recordarlos.
ResponderEliminarBesos
Me parece que este es el segundo poema que leo de Espronceda, el primero ya se sabe cual es.
ResponderEliminarGracias Mascab
Precioso poema de Espronceda el que has escogido... grande el poeta, grandes sus letras.
ResponderEliminarBesos mediterráneos.
Recuerdo cómo me gustó "El estudiante de Salamanca" cuando lo leí en la facultad.
ResponderEliminarBuen fin de semana!
Siempre he respetado y admirado a los clásicos y Espronceda es uno de mis favoritos.
ResponderEliminarAbrazos y besos.
Acabo de hacer un comentario a una amiga bloguera (Chelo) en el que he citado un poema de Espronceda. Es casualidad pero me hace gracia entrar en tu blog y encontrármelo .Igual estamos conectadas por un halo misterioso, Mascab...
ResponderEliminarBESOS.
Por cierto, guapa, no te preocupes por lo que digan mis poemas. Solo se trata de momentos absurdos que una tiene, que se evaporan al segundo siguiente. Pero soy así y tiendo a dramatizar en un sinsentido que no tiene pies ni revés. Gracias por tus consejos. Trataré.
ResponderEliminarQue grande Espronceda y que pena que yo desconozca tanto sobre él. Gracias por mostrarlo.
ResponderEliminarBesos.
Es increíble la literatura de los clásicos con su permanente vigencia, diríamos a veces que fueros visionarios, la visión inmensa que llevaban en su alma.
ResponderEliminarAbrazos muchos