Hoy en día es muy habitual escuchar frases del tipo “yo me
enamoro de las personas”, y las encontramos dichas de manera espontanea, sin
tapujos ni envoltorios…
A mí me gusta mucho la frase por lo que engloba, no solo el
hecho de lo que afirma: “enamorarse de las personas”, sino la fuerza y
resolución de personas que no se esconden en un armario para vivir una vida
oscura a espaldas de quienes más les quieren sin llegar a conocerles.
Lo que me encogería sería encontrar a personas que necesiten esconder su
realidad por miedo de perder el amor de sus familias, el cariño de algunos de
sus amigos y el reconocimiento en sus trabajos. Mi corazón se apretujaría al pensar en la
soledad tan inmensa de esas personas que necesitan inventar ser otros que no
desean ser.
Pero no confundirse, no me refiero a sentir escrúpulos por
sus vidas de escaparate. Lo que quiero transmitir es mi incapacidad para
entender que necesiten vivir así. Y no es que me cueste entender sus posturas…NO!
Lo que me cuesta entender es que aún existan personas que no perdonarían tener
un hijo, un hermano, un amigo o un compañero Gay.
Que aún existan personas que creen que es un disfunción
cerebral que se pueda curar con el tratamiento terapéutico adecuado, o que
simplemente piensen que ser gay es como el que es subnormal, así, con ésta
palabra tan grosera, inculta, despectiva y dolorosa con que la emplean los homófobos.
Esta es la cuestión: lo que me aterran son las personas
homófobas…porque a pesar del significado de ésta palabra, para mí, también a ellos,
incluso, les considero personas.
Pero a mí no me preocupa la tendencia sexual de quienes me
rodean. Considero que es algo tan personal que sólo les incumbe a ellos mismos.
Jamás señalaría a otro semejante como homosexual, de la misma manera que
jamás señalaría a nadie como heterosexual.
Es más, siento verdadero cariño e inclinación hacia las
personas gay que encuentro o rodean mi entorno. Son gentes tan amables,
cariñosas, parlanchinas, solidarias e involucradas con sus semejantes, que ya
tengo decidido lo que haré si me veo en el caso algún día…
Os pongo en antecedentes; en una ocasión oí decir a una
persona norteamericana, que en la vida hay que casarse tres veces: la primera
por amor, la segunda por dinero y la
tercera…por compañía. Bien, yo ya lo he hecho dos veces, las dos por amor y
además con la misma persona sin pasar por un divorcio (bodas de plata); por lo
tanto sólo me queda una vez más, y como por dinero no va a ser, porque ya se me
pasó la edad de lucir exuberantemente joven y ser lo suficientemente pavita para que un
millonario se encaprichase de mí y, como pensar en unas bodas de oro para
volver a casarme con mi amor de toda la vida se vé difícil en nuestro horizonte
de muerte por una de las Tres C (cáncer, corazón, carretera), me he pedido que
la tercera vez, si me llega, que sea con un gay. Porque así siempre tendré a mi
lado a alguien dispuesto a darme conversación y cariño a raudales, alguien que
pensará constantemente en hacerme feliz.
Hoy me siento orgullosa de quienes cercanos o lejanos a mi entorno,
se atreven a decir libremente “yo me enamoro de las personas” y lo hacen sin
inconveniente a que la persona de quien se enamoran, ocupen un cuerpo idénticamente
igual al suyo.
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