LOS OJOS DE LIZ



Sus ojos siempre me atrajeron, eran un imán para mí. La veía en alguna película en la tele y me fascinaba su mirada, me fascinaba y, sin saber bien por qué, me llenaba de inquietud…

Disfruté mucho de “La gata sobre el tejado de Zinc”, para mí de las mejores de sus actuaciones interpretando aquella esposa llena de deseo que su marido no podía saciar… me gustó mucho también en “Gigante” interpretando siempre papeles de mujeres atormentadas por las pasiones humanas… No me gustó tanto en la mítica “Cleopatra”, pero no por ello admiré igualmente su belleza.

Mi primera memoria de ella es de cuando yo tenía 13 o 14 años, se acababa de divorciar –una de las veces, no recuerdo cuál de ellas-, de esa bestia escénica que debió ser Richard Burton. Pero lucía espléndida, guapísima con su cara infantil e ingenua en todas las portadas de las revistas de la época. En mi casa se comentaba la “suerte de la tía, se-divorcia y selía-con-otro como-si-nada, ya le-vale-a-esta-gente-qué-poco-le-cuesta-pasar-de-una-cama-a-otra”.

Pero a mí me parecía que sus ojos estaban tristes… la veía junto a sus hijos hippies, descalzos y “fumados”, ausentes de su guapísima madre. En mundos distintos, distanciados por geografías y distancias abismales…

Nunca me pareció una mujer feliz… siempre en busca del amor que no le llegaba. Me acuerdo de aquél marido camionero o carpintero, tan rudo, tan bruto, qué poco le pegaba a la dulce y débil Liz! Me parecía un maltratador sobre su linda presa…

Y esos ojos, tan llenos de tristeza ya no tienen vida. Se cerraron para siempre. Ya solo podemos admirarlos en las fotográficas y en aquellas películas antiguas que tanto nos hacían soñar!

Descansa en Paz Liz, y que el violeta de tus ojos, tan lindos, pronto y rápido encuentren La Luz!

Fotografías y dibujos localizadas en Internet