No deja de sorprenderme lo poco solidarios que podemos llegar a ser los que a nosotros mismos nos llamamos humanos.
Día a día, podemos ver cuando paseamos por cualquier calle de una gran ciudad, a otros transeúntes caminando en todas las direcciones a quienes no percibimos, no les dirigimos ni una sola de nuestras miradas para no vernos en la obligación de dar…
Porque si al mirar a alguien que se nos cruza por la calle, en ése mismo instante esa otra persona nos mira también y nuestras miradas se encuentran, entonces creamos un vínculo que nos obliga a tener algún tipo de reacción con el otro individuo.
En ese momento nos vemos forzados a decir un “buenas tardes” si es un vecino o nos cruzamos en algún hall, ascensor, etc. ó, a regalar una sonrisa, si con quien nos cruzamos nos lanza una mirada de aprobación ó es algún niño que nos sonríe, ó un anciano que nos mira con bondad…
Ni qué decir tiene lo incómodo que nos resulta, si esa persona a quien hemos mirado, de pronto se acerca para pedirnos una ayuda para comer. O que al mirar a ése alguien, nos lo encontremos tendido en el asfalto, en ese caso tendríamos que preguntar qué le sucede, llamar a la policía tal vez… uf! Qué complicado es mirar a alguien…
Por eso vamos con orejeras anchas, que nos obliguen a mirar al frente en plan autómata, o lo que es peor, a nuestros propios zapatos. Para de éste modo no mirar a nadie y no tener que saludar, sonreír, ayudar, COLABORAR, mostrarnos SOLIDARIOS…
Parece ser que es mejor vivir aislado. Para que nada nos distraiga de nuestro mutismo, no ya porque quieran "robar" nuestra mirada, sino también, porque nos sintamos llamados por alguna voz que ose interrumpir nuestro camino. Para evitar esta última situación, nos ponemos unos cascos en los oídos que supuestamente nos proporciona una música a la que quizá, tampoco escuchamos… Pero así, solos, caminamos sin tener que prestar atención a quienes van a nuestro lado…
Quizá tampoco, escuchemos la voz interior que nos recuerda que para RECIBIR, primero hay que DAR…
Mal momento éste, en que por no dar, no damos ni el regalo de una sola de nuestras miradas…
Fotografías y dibujos localizadas en Internet
Eso se llama miedo, y nos está comiendo por dentro.
ResponderEliminarUn abrazo
Lamentablemente, es cierto Pilar. Demasiado miedo a cualquier cosa que nos sea ajena...
ResponderEliminarUn besote guapa.