He intentado sumarme a la propuesta "juevera" de Mağ ~ Mağade Qamar, que lleva por título; En el cielo o en el infierno.
De lo que podéis saber más pinchando en la imagen...
Levanté la aldaba del cielo y golpeé insistente sobre las
nubes. El mayordomo atendió mi llamada:
- Dime ¿qué deseas?
- Busco mi espacio en la eternidad
- Entra, enseguida un lacayo te mostrará nuestras
dependencias.
Esperé en una especie de biblioteca, sin estantes ni mesas
ni sillas, donde numerosas luces sin cuerpo leían libros con aspecto milenario.
Nada interrumpía sus silencios ni mi presencia llamó la atención de las
tranquilas almas.
Pasado un tiempo inespecífico, porque en la eternidad no
existe el reloj, una luz que llegó de entre las nubes, me habló:
- Hola, mi nombre es Cassiel y voy a mostrarte nuestra
eternidad. Acompáñame.
Viajamos, a la velocidad de Cassiel, a través del sin color de lo que me parecían nubes,
pero solo era una luz incandescente capaz de cubrirlo todo. A veces, de aquél
páramo blanco, se abrían distintas dependencias de la eternidad, donde luces
amarillas se entretenían en sus hobbies. Unas creaban hermosos jardines donde
las flores eran luces de diferentes colores; otras paseaban frente a un lago de
luz azul...Todas tan en calma y sosiego, tan silenciosas, que me parecían
autómatas que podían ser encendidas o apagadas por un interruptor general.
Al fin, se me dejó ver un espacio en el que algunas luces se
apagaban y encendían como la respiración de un agonizante en su lecho de
muerte. Y pregunté a Cassiel...
- ¿Qué les sucede?
- Se sienten deprimidas.
- Creía que en el cielo no habría espacio para la depresión...
- Lo que los humanos llaman cielo, en realidad es aquello
que traen consigo cuando llegan a la eternidad.
- Entonces ¿los malos no tienen opción de llamar a las
puertas del cielo y redimirse?
- Claro que sí, y elijen su espacio, como lo estás haciendo
tú.
- En ese caso, si yo hubiera sido mala persona ¿podría
elegir quedarme en cualquiera de las dependencias que hemos visto?
- Así es. Siempre que te arrepientas de tu maldad.
- Pero si mi cielo es lo que traigo conmigo ¿por qué me
muestras tan diferentes espacios en lugar de decirme cuál es mío?
- Eso debes averiguarlo tú.
- ¿Cómo podría hacerlo? ¿y si elijo equivocadamente?
- Aquí, cada alma siente cuál es su lugar. Sigamos, por
favor, hasta que encuentres el tuyo.
- Espera, espera, tengo más dudas. ¿Por qué nadie habla ni
interactúa entre sí?
- Porque cada alma es única y se basta por sí misma.
- Eso es muy aburrido ¿no?
- El aburrimiento no existe en la eternidad, pues siempre
estarás realizando aquello que más te agrada.
- ¿Siempre en la misma estancia, y repitiendo el mismo acto?
- Así es, siempre realizando aquello que más te gusta.
- No me has mostrado el espacio donde se practica sexo...
- Las almas no lo tienen. Ya te he dicho que cada una es
única y se basta por sí misma.
Tras haber recorrido los miles de espacios del cielo y sin
que yo me hubiera sentido atraída por alguno de ellos, Cassiel me comentó:
- Estoy percibiendo que no te agrada lo que has visto...
- A ver, es que lo encuentro de lo más soso. No me gustaría
pasar la eternidad repitiendo el mismo gesto una y otra vez sin interactuar con
nadie más.
- Esto os pasa a todas las almas que llegáis aquí creyendo
que el cielo es un paraíso terrenal.
- Y ¿qué debo hacer entonces?
- Ven, te llevaré directamente a tu estancia. Veo que cuando
pasamos por allí y, aunque te llamó la atención, no quisiste ver que esa sería
tu eternidad.
Y en un pis-pás, nos encontramos de nuevo entre las almas
deprimidas.
- Espera, espera, yo no estoy deprimida...
- Quizá aún, no lo has descubierto.
Y la luz de Cassiel se perdió entre la incandescencia del
cielo...
NOTA. Como decía al principio "He intentado sumarme a la propuesta juevera de Mağ"
, pero mi relato es un alma libre y no quiso quedarse en las 350 palabras sino que, se extendió por la eternidad buscando la media de su espacio.